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Monday, June 27, 2011

SRI AUROBINDO “El Miedo a la Muerte y los cuatro métodos para Vencerlo




Sri Aurobindo
De una forma general, quizás el mayor de los obstáculos que impide el progreso del hombre sea el miedo, un miedo que tiene múltiples aspectos, multiforme contradictorio, ilógico, irracional, y con frecuencia irrazonable. De todos los miedos, el más sutil y el más tenaz es el miedo a la muerte. Tiene sus raíces profundas en el subconsciente, y no es fácil desalojarlo.

Está constituido, obviamente, de varios elementos entretejidos: el espíritu de conservación y el que se refiere a la autopreservación con el fin de asegurar la continuidad de la consciencia, el repliegue ante lo desconocido, la inquietud causada por lo inesperado y lo imprevisible, y quizás, detrás de todo esto, oculto en las profundidades de las células, el instinto de que la muerte no es inevitable, y que, si se cumplen ciertas condiciones, puede ser vencida; aunque, de hecho, el miedo en sí mismo es uno de los mayores obstáculos que hay que superar. Porque uno no puede vender lo que teme, y quien teme a la muerte ya ha sido vencido por ella.

¿Cómo sobreponerse a este miedo? Pueden ser utilizados varios métodos para este propósito. Pero ante todo, son necesarias unas cuantas nociones fundamentales para ayudarnos en nuestra empresa. El punto primero y el más importante es saber que la vida es una e inmortal; sólo las formas son incontables, fugaces y frágiles. Este conocimiento debe ser establecido en la mente de una forma cierta y permanente, y, en la medida de lo posible, uno debe identificar su consciencia con la vida eterna, que es independiente de toda forma, pero que se manifiesta en todas ellas. Esto aporta las bases psicológicas indispensables para hacer frente al problema, porque el problema permanece. Incluso si el ser interior está suficientemente iluminado como para estar por encima de todo temor, el miedo todavía permanece oculto en las células del cuerpo, oscuro, espontáneo, más allá del alcance de la razón, normalmente casi inconsciente. Es en estas oscuras profundidades donde uno puede descubrirlo, sujetarlo y arrojar sobre él la luz del conocimiento y de la certeza.

Entonces la vida no muere, sino que la forma se disuelve, y es a esta disolución a la que la consciencia física tiene terror. Y sin embargo, la forma está cambiando constantemente, no hay nada, en esencia, que evite este cambio progresivo del ser. Solamente este cambio progresivo podría hacer que la muerte ya no fuera inevitable, pero es muy difícil de realizar y exige condiciones que muy pocos son capaces de cumplir. Así pues, el método a seguir para superar el miedo a la muerte diferirá según la naturaleza del caso y estados de consciencia. Estos métodos pueden ser clasificados en cuatro tipos principales, aunque cada uno incluya un amplio número de variantes; a decir verdad, cada individuo debe desarrollar su propio sistema.

El primer método apela a la razón. Puede decirse que en el estado actual del mundo, la muerte es inevitable; todo cuerpo que ha nacido perecerá necesariamente en un momento u otro; en casi todos los casos la muerte llega cuando debe llegar; uno no puede adelantar ni retrasar su hora. Algunos que suspiran por ella puede que tengan que esperar mucho tiempo para obtenerla, y otros, que le tienen pavor, pueden ser golpeados súbitamente a pesar de todas las precauciones tomadas. Por lo tanto, la hora de la muerte parece inexorablemente fijada, salvo para un pequeño número de individuos que poseen poderes que la raza humana, en general, no dispone. La razón nos enseña que es absurdo temer algo que uno no puede evitar. Lo único que hay que hacer es aceptar la idea de la muerte, y tranquilamente, hacer lo mejor que uno pueda, día a día, hora a hora, sin preocuparse de lo que vaya a ocurrir. Este procedimiento es muy efectivo cuando es utilizado por intelectuales que están acostumbrados a actuar según las leyes de la razón; pero tendría menos éxito entre la gente emotiva que vive de sus sentimientos y se deja gobernar por ellos. Sin duda, esta gente tendrá que recurrir al segundo método, el método de la búsqueda interior. Más allá de todas las emociones, en las profundidades silenciosas y tranquilas de nuestro ser, hay una luz que brilla constantemente, la luz de la consciencia psíquica. Ve a la búsqueda de esta luz, concéntrate en ella, pues está dentro de ti; con voluntad perseverante, ten la seguridad de que la encontrarás. Y tan pronto como entres en ella despertarás al sentimiento de inmortalidad. Has vivido siempre; vivirás siempre; llegas a ser completamente independiente de tu cuerpo; tu existencia consciente no depende de él; y este cuerpo es solo una de las formas transitorias, a través de la cual tú te has manifestado. La muerte no es ya una extinción, es sólo una transición. Todo temor se desvanece instantáneamente, y uno camina a través de la vida con la certeza tranquila del hombre libre.

El tercer método es para aquellos que tienen fe en un Dios, su Dios, y que se han entregado a El. Ellos le pertenecen íntegramente; todos los acontecimientos de sus vidas son una expresión de la voluntad divina, y ellos los aceptan, no simplemente con una sumisión paciente sino con gratitud, porque están convencidos de que cualquier cosa que les ocurra es siempre por su propio bien. Tienen una confianza mística en su Dios y en sus relaciones personales con El. Han hecho una ofrenda absoluta de su voluntad a la Suya y sienten su invariable amor y protección, completamente independiente de los accidentes de la vida y de la muerte Tienen la experiencia constante de yacer a los pies de su Amado en un abandono absoluto, o de estar mecidos en sus brazos y gozando de un perfecta seguridad. No queda ya ningún espacio en su consciencia para el temor, la ansiedad o el tormento; todo eso ha sido reemplazado por una felicidad deliciosa y tranquila. Pero no todo el mundo tiene la buena fortuna de ser un místico. Finalmente están aquellos que han nacido guerreros. Estos no pueden aceptar la vida tal como es, y sienten vibrar dentro de ellos su derecho a la inmortalidad, una inmortalidad total y terrena. Poseen una especie de conocimiento intuitivo de que la muerte no es nada sino un hábito perverso; parece que han nacido con la resolución de vencerla. Pero esta conquista acarrea un combate encarnizado contra un ejército de fieros y sutiles asaltantes, un combate que debe ser librado constantemente, casi a cada momento. Solamente quien tenga un espíritu indomable debe intentarlo. La batalla tiene muchos frentes; es librado en varios planos que se entremezclan y complementan entre sí.

La primera batalla a librar es ya formidable: es la batalla mental contra una sugestión colectiva, que es masiva, abrumadora, apremiante; una sugestión basada en milenios de experiencia, en una ley de la naturaleza que no parece que todavía haya encontrado alguna excepción. Se traduce en esta aserción obstinada: “Ha sido siempre así, y no puede ser en modo alguno diferente; la muerte es inevitable, y es una locura esperar que no sea.” El concierto es unánime, y por ahora, incluso los científicos más avanzados apenas han osado hacer oír una nota discordante, una esperanza para el futuro. En cuanto a las religiones, la mayoría de ellas ha basado su poder de acción en el hecho de la muerte y afirman que Dios desea que el hombre muera, ya que lo creó mortal. Muchas de ellas hacen de la muerte una concesión, una liberación; algunas veces incluso una recompensa. Su orden es: sométete a la voluntad del Supremo, acepta sin rebeldía la idea de la muerte y tendrás paz y alegría”. A pesar de todo esto, es preciso que la mente permanezca inquebrantable en su convicción para conservar una voluntad inflexible. Pero para quien ha resuelto vencer a la muerte, todas estas sugestiones quedan sin efecto y no pueden afectar a su certeza de que está basada en una revelación profunda.

La segunda batalla es la batalla de los sentimientos, la lucha contra el apego a todo lo que uno ha creado, a todo lo que uno ha amado. Mediante una labor asidua, algunas veces a costa de grandes esfuerzos, has levantado tu hogar, una carrera, un trabajo social, literario, artístico, científico o político; has formado un ambiente del que tú eres el centro y del que dependes al menos tanto como él depende de ti. Estás rodeado de un grupo de gente, familiares, amigos, colaboradores, y cuando piensas en tu vida, ellos ocupan en tu pensamiento un espacio casi tan grande como tú mismo, hasta el punto de que si ellos fueran arrancados bruscamente de ti, te sentirías perdido, como si una parte importante de tu ser hubiera desaparecido.

No es cuestión de desdeñar todas estas cosas ya que han constituido, al menos en gran parte, la razón de ser el fin de nuestra existencia. Pero hay que renunciar a todo apego a ellas, para que te sientas capaz de vivir sin ellas, o, más bien, con el fin de que puedas estar preparado en todo momento, si te abandonan, a reconstruir por ti mismo una nueva vida, en circunstancias nuevas; y esto indefinidamente, porque tal es la consecuencia de la inmortalidad. Este estado puede definirse de este modo: ser capaz de organizar y de llevar a cabo todo con el máximo cuidado y atención, pero permaneciendo libre de todo deseo y de todo apego, porque si uno desea escapar de la muerte es necesario que no esté atado a nada perecedero.

Después de los sentimientos llegan las sensaciones. Aquí la lucha es sin piedad, y los adversarios temibles. Saben percibir la más insignificante debilidad y golpearte allí donde está indefenso. Las victorias obtenidas no son más que pasajeras, y las mismas batallas se repiten indefinidamente. El enemigo que tú pensabas que habías derrotado vuelve una y otra vez para atacarte. Es preciso que tengan un carácter fuertemente templado, una resistencia incansable para ser capaz de resistir toda derrota, todo desaire, todo repudio, todo desánimo y la inmensa fatiga de encontrarte siempre en contradicción con la fatiga de encontrarte siempre en contradicción con la experiencia de cada día y los acontecimientos terrestres.

Ahora llegamos a la batalla más terrible de todas: la batalla física, la que se libra en el cuerpo; porque no hay ni respiro ni tregua. Comienza al nacer y no puede finalizar más que con la derrota de uno de los dos contendientes: la fuerza de la transformación y la fuerza de la desintegración. Y digo desde el nacimiento porque, de hecho, los dos movimientos están en conflicto desde el mismo momento que uno llega a este mundo, si bien el conflicto sólo se hace consciente y deliberado mucho más tarde. Porque toda indisposición, toda enfermedad, toda malformación, incluso todo accidente, son el resultado de la acción de la fuerza desintegradora, del mismo modo que el crecimiento, el desarrollo armonioso, la resistencia a los ataques, la recuperación en la enfermedad, toda vuelta al funcionamiento normal, toda mejora progresiva, son debidos a la acción de la fuerza transformadora. Después, con el desarrollo de la consciencia, cuando comienza a intervenir la voluntad en la batalla, se transforma en una competición desesperada entre las dos tendencias opuestas y rivales, una competición para ver cuál de ellas alcanzará su meta en primer lugar: la transformación o la muerte. Esto significa un esfuerzo incesante, una constante concentración para hacer descender la fuerza regeneradora y aumentar la receptividad de las células a esta fuerza, para combatir paso a paso, de punto a punto, contra la acción devastadora de las fuerzas de destrucción y degradación, para arrancar de su influencia todo lo que sea capaz de responder al impulso ascendente, para iluminar, purificar y estabilizar.

Es una lucha obstinada y oscura, la mayor parte de las veces sin aparentes resultados o señales externas de las victorias parciales ganadas y de las que nunca se puede tener certeza, porque el trabajo que se ha hecho parece siempre que necesita ser rehecho; cada paso hacia adelante es pagado con mucha frecuencia, con un retroceso en otra parte, y lo que se ha realizado un día, puede ser segura y duradera sólo cuando es absoluta. Y todo esto lleva tiempo, mucho tiempo, y los años pasan inexorables, creciendo el poder de las fuerzas adversas.

Durante todo este tiempo, la consciencia permanece como un centinela en la trinchera; hay que conservarla, conservarla a toda costa, sin un sobresalto de temor, sin bajar la guardia, manteniendo una inquebrantable fe en la misión a realizar y en la ayuda de lo alto que te inspira y te sostiene. Porque la victoria será para el más paciente.

Existe todavía otro medio de vencer el miedo a la muerte, pero está al alcance de tan pocos, que no se menciona aquí más que como materia de información. Se trata de entrar en el dominio de la muerte de forma deliberada y consciente, mientras uno está todavía en vida, y después retornar de esta región y volver a entrar en el cuerpo físico y reasumir el curso de la existencia material con pleno conocimiento. Pero para esto es preciso ser un iniciado.

Bulletin, Febrero 1954

Wednesday, June 15, 2011

Eclipse total de luna

Este próximo 15 de junio de 2011 ocurrirá un largo eclipse lunar que podrá ser apreciado desde ciertas regiones de Asia, África, Sudamérica, Europa y Australia.

Este próximo miércoles 15 de junio una buena parte de la población mundial tendrá acceso a un majestuoso espectáculo: un largo eclipse total de luna. Pero además de lo que representa en sí un eclipse total de luna, los astrónomos afirman que será uno de los más oscuros de la historia, lo cual intensificará la riqueza visual de este fenómeno (cuya intensidad ha sido calculada por los astrónomos en 1,700).

Al parecer los mejores lugares para apreciar el fenómenos serán la zona sur del continente asiático, el este de Europa y, en especial, el noreste de África. Sin embargo, los habitantes del resto de Europa, así como de Sudamérica y el oeste africano también podrán deleitarse con este acontecimiento, solo que ellos deberán estar atentos a la luna cuando ésta se encuentre despertando, es decir, momentos previos a que anochezca.

A nuestros afortunados lectores de España, Argentina, Chile, Colombia, Venezuela y otros países de Sudamérica (en Centro y Norteamérica no será visible debido a que cuando el eclipse ocurra será de día en dichas latitudes) que podrán disfrutar de este memorable espectáculo lunar, les recomendamos mirar en dirección al este-sureste, en donde se podrá apreciar el proceso astronómico a lo largo de aproximadamente siete horas —desde el primer contacto con la penumbra hasta el contacto final. Recuerden que no será necesario utilizar un telescopio ya que el fenómeno podrá apreciarse a simple vista. Sin embargo, sí les recomendamos que traten de alejarse de la contaminación lumínica de sus respectivas ciudades tanto como sea posible para intensificar visualmente el eclipse.

Monday, June 6, 2011

Del Miedo al Amor

Muy interesante 
 
“Antes de que pueda surgir una relación sana entre dos personas que han estado unidas por una variedad de distorsiones mutuas, puede surgir una tormenta interior o exterior que cumpla la misma función de reequilibrio que una tormenta eléctrica o un temblor en el ámbito de la naturaleza.” del libro: “Del miedo al Amor”(*)

Madre Tierra


Imagen: Mother Earth, © Allison Killa.

Formamos parte de la Tierra, somos con ella una Unidad. En ocasiones el cuerpo físico se manifiesta enfermo en consecuencia de un proceso interno insano, como agresividad no reconocida, egoísmo, heridas irresueltas, sentimientos reprimidos, miedo a vivir los cambios, soledad interior, etc. Y aunque no lo veamos, todo tiene su repercusión en la Tierra.

Lo que vemos y utilizamos para nuestro beneficio es el Cuerpo Físico de la Tierra, sus elementos: el mundo mineral, vegetal, agua y fuego. ¿Y cuál es la parte de la tierra con la cual convivimos también, pero que no percibimos como una realidad concreta, como si percibimos lo anterior nombrado?

La tierra, sólo como un cuerpo físico, se encuentra limitada en su evolución espiritual. Nosotros, sólo existiendo desde el mundo físico, también nos encontramos limitados. Lo que no percibimos, y comienza aparecer como una realidad es que nuestras capacidad espirituales están unidas a las capacidades espirituales del Ser Tierra.

Así como somos seres físicos, en nosotros existen además infinitas capacidades por expresar, y es aquí donde la Tierra tiene su máximo potencial: En nosotros como Seres Espirituales.
Nuestra evolución espiritual es la evolución espiritual de la Tierra.
Podemos sentir, reflexionar, percibir, intuir, y con todo esto podemos hacer algo. Tenemos la capacidad que ningún otro ser físico sobre la tierra posee: Transformar, plasmar, concretar. Este es nuestro máximo poder.
Un animal tiene emoción e instinto. Tan sólo hace, movido por sus emociones más básicas, que no son buenas ni son malas, simplemente son. No tiene la capacidad de pensar o intuir acerca de las consecuencias de sus actos, el animal hace lo que tiene que hacer dentro de su escala evolutiva. Sin embargo el Hombre siente, piensa, tiene instinto, tiene intuición, y puede detenerse y ver qué hace con ello. A esto le llamamos  Conciencia. La Conciencia es el mayor potencial del Ser humano como Ser Espiritual. El Hombre puede decidir concientemente cambiar la realidad en el sentido que se lo proponga. Podemos cuidar y sanar, pero también podemos dañar y enfermar. Y cuando dañamos, he aquí algo fundamental que no vemos aun: Así como cuando tomamos nuestro poder espiritual y nos hacemos responsables de él, estamos llevando a la Tierra a una escala de mayor Evolución, cuando no somos íntegros, benevolentes, compasivos, altruistas, es en la Tierra donde también repercute.

Cuando el egoísmo es el que nos guía, cuando el dolor interno nos enferma el cuerpo, cuando la sed espiritual no es escuchada, cuando por miedo a conocernos verdaderamente no nos permitimos cambiar y continuamos repitiendo estructuras caducas, cuando nos ahogamos por dentro, cuando estallamos como un volcán fuera de control, cuando el fuego de lo queremos hacer y no hacemos nos quema, cuando somos pobres en el dar, cuando nos volvemos mezquinos y secos, cuando el recurrente rencor y resentimiento se transforma en una guerra contra el otro, cuando nuestra rigidez es tal, que nuestro cuerpo nos duele, y solo un temblor involuntario nos libera, cuando nuestras emociones, nuestra agua interior no están calmas, y se sacuden contra las orillas de nuestros ojos y la angustia desnuda un profundo dolor, cuando nuestra vida se vuelve hueca, llana y sin sentido, nuestro cuerpo enferma, clama y reclama. No acepta la infelicidad.

Somos más de 6800 millones de personas las que habitamos este Ser Tierra. Si cada ser que la habita en algún lugar siente este caos interior ¿puede la Tierra ser indiferente? ¿Podría no percibir nada y sus aguas seguir en armonía, sus vientos en calma, y en quietud su centro? Si nos consideramos como entes separados que ninguna relación tenemos uno con otro, que tan solo existimos al azar, y entre cada uno de nosotros solo hay vacío, podríamos pensar que la tierra no tiene nada que ver con nosotros y que tan solo nuestra relación con ella es funcional. Pero hablar de esto en esta época, es casi como decir que la tierra es cuadrada. Terremotos y temblores, tsunamis, violentas tormentas, desprendimiento de icebergs, deslaves, sequías, inundaciones, huracanes y tifones nos pueden estar indicando esta realidad.

“Nuestra civilización entera se ha basado en dos falsas suposiciones centrales que aún son enseñadas en nuestras escuelas hoy. La primera suposición falsa es que el espacio entre las cosas está vacío. Nosotros decimos, “Que el noventa y seis por ciento del universo es espacio vacío”. Lo que importa, o se podría decir la materia – es como máximo cuatro por ciento. La segunda suposición falsa es que nuestra experiencia interna – nuestro pensamiento, sentimiento, emoción y creencia- no tienen efecto en nuestro mundo más allá de nuestros cuerpos. Ambas de estas suposiciones han sido probadas absolutamente falsas. Eso no es teoría, es un hecho científico, documentado en revistas científicas. No solo ha ido a nuestras escuelas y libros de texto universitarios.” Ver más en: Llevando a la Humanidad a una Encrucijada: Entrevista a Gregg Braden

Ahora es importante aclarar que la búsqueda no es que el ser humano se sienta “culpable” del caos, sino Conciente de la interconexión que existe entre Todo lo que Es, y responsable de lo que emite en su diario vivir.

Mucho está sucediendo, y lo estamos viendo. Pero mucho también está sucediendo, y no lo estamos viendo. Hoy muchas personas se encuentran replanteando su vida, su rumbo, muchas parejas se rompen, muchas parejas renacen, muchas personas definen su vida, muchos deciden cambiar de área de trabajo, o el lugar en donde viven. Muchos seres están sintiéndose profundamente llamados a encontrarle Sentido a lo que Hacen, y esto es lo que está y no vemos, pero repercute en nuestra vida diaria. Nos moviliza en todos los aspectos en los que existimos.

¿Estamos presenciando algún final? ¿Estamos presenciando algún comienzo? Estas preguntas hacen eco en nuestro interior.
No importa saber la respuesta si estamos haciendo lo que tenemos que hacer. Si estamos despiertos, si somos concientes de nuestra valiosa vida.

Un refugio, un refugio interior es lo que más necesitamos encontrar en definitiva. Un lugar en nosotros mismos donde hallar la paz, donde colaborar con la tranquilidad. No hay miedo que tener, somos hijos de la Tierra, pequeños Ángeles encarnados. Solo debemos reconocerlo, hacernos cargo con humildad de nuestro poder. Hacernos cargo también de la parte nuestra que está desconectada de esta fuente, y se alimenta diariamente de ira, rencor, egoísmo, resentimiento, miedo, dolor.
Podemos hacer un trabajo de reconocer todo lo que somos, lo podemos hacer de forma armoniosa y amorosa con nosotros mismos y con el entorno.

Somos la Raza Humana, una raza con infinitas capacidades, ¿vamos a seguir creyendo que hemos venido a crecer, estudiar, trabajar, tener cosas, formar una familia y morir?
Nada de esto es negativo, crecer, estudiar, trabajar, tener cosas, formar una familia y morir, todo esto puede ser nuestro mayor canal de Luz y Transformación, pero cuando la vida se hace monótona, opaca y limitada, vivimos como si fuera que tenemos la obligación de hacerlo. Sobrevivimos, y más aun, tristemente a veces vivimos evitando vivir.
Lo que más importa no son las cosas que alcanzamos o que tenemos, sino nuestra relación con ellas.
No más de lo viejo. Esto nos está diciendo la Tierra: “Seres amados ¡no desperdicien su vida! Amen, amen conmigo. Expandan su potencial, lleven a la Luz a sus Hijos. Hagan brillar sus ojos de felicidad y sean mensajeros de lo Nuevo! Ustedes lo hacen por mí. Yo les ofrezco mi morada, hagamos juntos esta labor, hagamos de la existencia un Paraíso.”

Nota del editor: Muy sincrónicamente esto fue escrito antes de ver y conocer el video-entrevista de Gregg Braden titulado "La Ciencia de los Milagros". Recomendamos ver dichos videos ya que son totalmente complementarios a este contenido e incluso lo validan con experimentos científicos concretos.