Mira hacia adentro de tu propia conciencia para desenterrar la llave que abre los cerrojos de ese espejismo que te mantiene cautivo, el despertar es ahora..
Teaching schedule/Horario clases
Tuesday
7:30 pm Power Yoga
(3301 NE 1st AV)
Hope to see you all there/Espero verlos a todos.
Friday, April 20, 2012
Sunday, April 15, 2012
Sri Aurobindo
Sri Aurobindo, místico y visionario bengalí, concibió el nacimiento de una nueva humanidad.
Debe romper o abrir ese caparazón específico -su «código genético»- y acceder así a la próxima etapa evolutiva.
Aurobindo y Madre, en una búsqueda que se extiende a lo largo de todo este siglo y que aún continúa Satprem. nos dicen que sólo puede operarse descendiendo al nivel celular. Por otra parte, si se trata de una evolución fisiológica, parece lógico que deba producirse en las células del cuerpo. ¿Y cómo se hace para descender al cuerpo?
Sri Aurobindo nos propone una metodología para ello, que él denominó «Yoga Integral», y que tiene muy poco que ver con los yogas clásicos. Se trata de descender metódicamente al fondo del cuerpo, atravesar las distintas capas o estratos que la Evolución ha depositado sobre la célula a lo largo de las Eras y de nuestra historia individual.
Al igual que en Arqueología, en ese descenso o excavación habrá que empezar por la capa más reciente: la intelectual, en la que normalmente vivimos y que lo recubre todo: son nuestras creencias y pensamientos.
Casi no la notamos porque es como el aire que respiramos. Primera operación: frenar progresivamente la mecánica mental. Y a medida que accedamos al silencio de la mente, experimentaremos que detrás de todo su barullo agobiante existe un basamento hecho de Silencio perceptivo: es la Consciencia en estado puro.
Este descenso no es regresar a lo que la Psicología cognitiva llama estado «proto-plásmico», o la Psicología jungiana estado «pleromático». que son estados de fusión prepersonal. Es una Consciencia transpersonal, hecha de Silencio puro y Paz perfecta, que conserva e incluye por tanto toda la labor de individuación y de especificación de milenios de evolución celular y psicológica, pero en una consciencia directa de la materia viva.
Y debajo de esta cuádruple capa ,está la mente de las células.
Debe romper o abrir ese caparazón específico -su «código genético»- y acceder así a la próxima etapa evolutiva.
Aurobindo y Madre, en una búsqueda que se extiende a lo largo de todo este siglo y que aún continúa Satprem. nos dicen que sólo puede operarse descendiendo al nivel celular. Por otra parte, si se trata de una evolución fisiológica, parece lógico que deba producirse en las células del cuerpo. ¿Y cómo se hace para descender al cuerpo?
Sri Aurobindo nos propone una metodología para ello, que él denominó «Yoga Integral», y que tiene muy poco que ver con los yogas clásicos. Se trata de descender metódicamente al fondo del cuerpo, atravesar las distintas capas o estratos que la Evolución ha depositado sobre la célula a lo largo de las Eras y de nuestra historia individual.
Al igual que en Arqueología, en ese descenso o excavación habrá que empezar por la capa más reciente: la intelectual, en la que normalmente vivimos y que lo recubre todo: son nuestras creencias y pensamientos.
Casi no la notamos porque es como el aire que respiramos. Primera operación: frenar progresivamente la mecánica mental. Y a medida que accedamos al silencio de la mente, experimentaremos que detrás de todo su barullo agobiante existe un basamento hecho de Silencio perceptivo: es la Consciencia en estado puro.
Este descenso no es regresar a lo que la Psicología cognitiva llama estado «proto-plásmico», o la Psicología jungiana estado «pleromático». que son estados de fusión prepersonal. Es una Consciencia transpersonal, hecha de Silencio puro y Paz perfecta, que conserva e incluye por tanto toda la labor de individuación y de especificación de milenios de evolución celular y psicológica, pero en una consciencia directa de la materia viva.
Y debajo de esta cuádruple capa ,está la mente de las células.
Cuando se piensa en los procesos evolutivos, excluimos, quizá inconscientemente, al ser humano tal y como lo conocemos. Pero, ¿vamos a seguir siendo inmutables
eternamente? Muchos creen que la respuesta es no. De hecho, afirman que los humanos ya están inmersos en un proceso evolutivo que muy pronto dará lugar a una especie diferente. ¿Cómo será el producto de esa nueva evolución?
Un día tuvo esta visión: «El hombre, tal y como es no puede ser el término final de la Evolución, es un ser de transición. Su grandeza reside no en lo que él es sino en lo que va a hacer posible. Su gloria es ser el campo de experimentación y el taller secreto de una labor viva, por la que un Artesano divino está preparando la suprahumanidad.
El paso del hombre a la suprahumanidad es la próxima realización inminente de la Evolución terrestre.
Este paso es inevitable, porque es a la vez la intención del Espíritu interior y la lógica del proceso natural.
Así como la Naturaleza sembró en la Materia el impulso hacia la Vida, y en la Vida el impulso hacia la Mente, de igual modo ha sembrado en la Mente el impulso hacia lo que está más allá de la Mente: lo Supramental». Es decir, existe una evolución... después del hombre.
Actualmente muchos evolucionistas conciben que el hombre «no puede ser el término final de la Evolución» y que la crisis de hoy no es una crisis de valores, religiosa, económica, ni siquiera ecológica, sino algo más profundo: el hombre está en el umbral de un nuevo salto evolutivo, de una mutación, psicológica, cultural y sociologica.
Sin embargo, la evolución de las especies ha sido siempre en los cuerpos, es decir en la substancia física.
El paso del hombre a la suprahumanidad es la próxima realización inminente de la Evolución terrestre.
Este paso es inevitable, porque es a la vez la intención del Espíritu interior y la lógica del proceso natural.
Así como la Naturaleza sembró en la Materia el impulso hacia la Vida, y en la Vida el impulso hacia la Mente, de igual modo ha sembrado en la Mente el impulso hacia lo que está más allá de la Mente: lo Supramental». Es decir, existe una evolución... después del hombre.
Actualmente muchos evolucionistas conciben que el hombre «no puede ser el término final de la Evolución» y que la crisis de hoy no es una crisis de valores, religiosa, económica, ni siquiera ecológica, sino algo más profundo: el hombre está en el umbral de un nuevo salto evolutivo, de una mutación, psicológica, cultural y sociologica.
Sin embargo, la evolución de las especies ha sido siempre en los cuerpos, es decir en la substancia física.
Como Madre, la compañera de búsqueda de Sri Aurobindo nos explica al respecto: «A través de cada formación evolutiva, la substancia física progresa, y un día esta substancia física será capaz de establecer un puente entre la vida física tal y como la conocemos y la vida supramental que va a manifestarse». La evolución futura del ser humano no será religiosa, científica, ni siquiera psicológica. Nuestra futura transformación empezará en el cuerpo. Y quien dice en las células. Es decir, se tratará de una mutación corporal, fisiológica.
Cada especie está rodeada de su «caparazón», que la individualiza,
Para acceder a una nueva especie es preciso salir de ese caparazón:
Cada especie está rodeada de su «caparazón», que la individualiza,
Para acceder a una nueva especie es preciso salir de ese caparazón:
Debe romper o abrir ese caparazón específico -su «código genético»- y acceder así a la próxima etapa evolutiva.
Aurobindo y Madre, en una búsqueda que se extiende a lo largo de todo este siglo y que aún continúa Satprem. nos dicen que sólo puede operarse descendiendo al nivel celular. Por otra parte, si se trata de una evolución fisiológica, parece lógico que deba producirse en las células del cuerpo. ¿Y cómo se hace para descender al cuerpo?
Sri Aurobindo nos propone una metodología para ello, que él denominó «Yoga Integral», y que tiene muy poco que ver con los yogas clásicos. Se trata de descender metódicamente al fondo del cuerpo, atravesar las distintas capas o estratos que la Evolución ha depositado sobre la célula a lo largo de las Eras y de nuestra historia individual.
Al igual que en Arqueología, en ese descenso o excavación habrá que empezar por la capa más reciente: la intelectual, en la que normalmente vivimos y que lo recubre todo: son nuestras creencias y pensamientos.
Casi no la notamos porque es como el aire que respiramos. Primera operación: frenar progresivamente la mecánica mental. Y a medida que accedamos al silencio de la mente, experimentaremos que detrás de todo su barullo agobiante existe un basamento hecho de Silencio perceptivo: es la Consciencia en estado puro.
Cuando esta capa del intelecto está ya un poco clarificada, veremos surgir, casi simultáneamente, una segunda capa: la mente emotiva. «Las emociones escribe Satprem, que continúa actualmente el experimento de Madre y de Sri Aurobindo por muy bellas que sean, tampoco tienen nada que ver con el cuerpo». Segunda operación: frenar la mecánica o juego emotivo. La Consciencia-Fuerza silenciosa, en su labor descendente, comienza a adquirir en este nivel una densidad e intensidad mayor.
Cuando esta segunda capa está ya apaciguada, veremos surgir una tercera, que hasta entonces estaba totalmente mezclada con las dos capas superiores: la mente sensorial, la que gobierna nuestras reacciones sensorio-motoras. Tercera operación: frenar la mente sensorial hasta su perfecta neutralización. «Si uno se contrae o rechaza -continúa Satprem-. es como si levantara un muro al instante, es decir, que la travesía se para. Hay que desprender del cuerpo toda esa trama activa y reactiva. Entonces empieza a volverse un poco flotante, como si no sintiera ya muy bien sus amarras y su peso: de hecho, ha sido extrañamente aligerado, empieza ya a volverse un poco «el cuerpo».
Y por fin llegamos a la cuarta capa: la mente física, la cual, al decir de Madre, es la barrera fundamental, la primera «mentalización» de la materia viva. Es donde están engranadas todas las enfermedades, la cronificación de toda la decadencia física, el miedo primordial a existir, la repetición compulsiva de todo lo mecánico, su raíz. Es realmente la última barrera, ante la que siempre han chocado todos nuestros esplritualismos y todos nuestros remedios científicos.
Y a medida que la Consciencia-Fuerza que apareció al silenciarse el intelecto desciende de capa en capa, esta Consciencia se vuelve más fuerte y densa, su fuerza e intensidad es proporcional al descenso y a la densidad de las capas que encuentra.
Este descenso no es regresar a lo que la Psicología cognitiva llama estado «proto-plásmico», o la Psicología jungiana estado «pleromático». que son estados de fusión prepersonal. Es una Consciencia transpersonal, hecha de Silencio puro y Paz perfecta, que conserva e incluye por tanto toda la labor de individuación y de especificación de milenios de evolución celular y psicológica, pero en una consciencia directa de la materia viva.
¿Y cómo se comporta esta consciencia celular libre de todos sus atavismos humanos animales y vegetales, libre de todas las capas o estratos sedimentados por la Evolución sobre ella? ¿Cómo vivirán estas células sin código? Esta es la experiencia en curso que está desarrollando actualmente Satprem en su propio cuerpo. Estas células libres comienzan a crear una nueva forma de vida terrestre, como siempre lo han hecho: sin embargo, después del largo periplo de las Eras y después de esta dolorosa transición humana con la que culmina el proceso de individualización consciente, esta especie nueva parece ser que por vez primera, no será ya una especie limitada que acabe encerrándose de nuevo en algún otro caparazón.
Según la experiencia de Aurobindo y de Madre, nuestro caparazón particular como especie está formado por cuatro capas mentales, superpuestas, que resume así Satprem:
«La primera, cuyas mayas son comparativamente flojas, es la mente intelectual; la segunda, cuyas mallas son más cerradas y pegajosas, es la emotiva; luego, la trama más compacta de la mente sensorial y, por fin, las mallas microscópicas de la mente física debajo está el cuerpo.
humanidad.
Cuando se piensa en los procesos evolutivos, excluimos, quizá inconscientemente, al ser humano tal y como lo conocemos. Pero, ¿vamos a seguir siendo inmutables
eternamente? Muchos creen que la respuesta es no. De hecho, afirman que los humanos ya están inmersos en un proceso evolutivo que muy pronto dará lugar a una especie diferente. ¿Cómo será el producto de esa nueva evolución?
Un día tuvo esta visión: «El hombre, tal y como es no puede ser el término final de la Evolución, es un ser de transición. Su grandeza reside no en lo que él es sino en lo que va a hacer posible. Su gloria es ser el campo de experimentación y el taller secreto de una labor viva, por la que un Artesano divino está preparando la suprahumanidad.
El paso del hombre a la suprahumanidad es la próxima realización inminente de la Evolución terrestre.
Este paso es inevitable, porque es a la vez la intención del Espíritu interior y la lógica del proceso natural.
Así como la Naturaleza sembró en la Materia el impulso hacia la Vida, y en la Vida el impulso hacia la Mente, de igual modo ha sembrado en la Mente el impulso hacia lo que está más allá de la Mente: lo Supramental». Es decir, existe una evolución... después del hombre.
Actualmente muchos evolucionistas conciben que el hombre «no puede ser el término final de la Evolución» y que la crisis de hoy no es una crisis de valores, religiosa, económica, ni siquiera ecológica, sino algo más profundo: el hombre está en el umbral de un nuevo salto evolutivo, de una mutación, psicológica, cultural y sociologica.
Sin embargo, la evolución de las especies ha sido siempre en los cuerpos, es decir en la substancia física.
El paso del hombre a la suprahumanidad es la próxima realización inminente de la Evolución terrestre.
Este paso es inevitable, porque es a la vez la intención del Espíritu interior y la lógica del proceso natural.
Así como la Naturaleza sembró en la Materia el impulso hacia la Vida, y en la Vida el impulso hacia la Mente, de igual modo ha sembrado en la Mente el impulso hacia lo que está más allá de la Mente: lo Supramental». Es decir, existe una evolución... después del hombre.
Actualmente muchos evolucionistas conciben que el hombre «no puede ser el término final de la Evolución» y que la crisis de hoy no es una crisis de valores, religiosa, económica, ni siquiera ecológica, sino algo más profundo: el hombre está en el umbral de un nuevo salto evolutivo, de una mutación, psicológica, cultural y sociologica.
Sin embargo, la evolución de las especies ha sido siempre en los cuerpos, es decir en la substancia física.
Como Madre, la compañera de búsqueda de Sri Aurobindo nos explica al respecto: «A través de cada formación evolutiva, la substancia física progresa, y un día esta substancia física será capaz de establecer un puente entre la vida física tal y como la conocemos y la vida supramental que va a manifestarse». La evolución futura del ser humano no será religiosa, científica, ni siquiera psicológica. Nuestra futura transformación empezará en el cuerpo. Y quien dice en las células. Es decir, se tratará de una mutación corporal, fisiológica.
Cada especie está rodeada de su «caparazón», que la individualiza,
Para acceder a una nueva especie es preciso salir de ese caparazón:
Cada especie está rodeada de su «caparazón», que la individualiza,
Para acceder a una nueva especie es preciso salir de ese caparazón:
Debe romper o abrir ese caparazón específico -su «código genético»- y acceder así a la próxima etapa evolutiva.
Aurobindo y Madre, en una búsqueda que se extiende a lo largo de todo este siglo y que aún continúa Satprem. nos dicen que sólo puede operarse descendiendo al nivel celular. Por otra parte, si se trata de una evolución fisiológica, parece lógico que deba producirse en las células del cuerpo. ¿Y cómo se hace para descender al cuerpo?
Sri Aurobindo nos propone una metodología para ello, que él denominó «Yoga Integral», y que tiene muy poco que ver con los yogas clásicos. Se trata de descender metódicamente al fondo del cuerpo, atravesar las distintas capas o estratos que la Evolución ha depositado sobre la célula a lo largo de las Eras y de nuestra historia individual.
Al igual que en Arqueología, en ese descenso o excavación habrá que empezar por la capa más reciente: la intelectual, en la que normalmente vivimos y que lo recubre todo: son nuestras creencias y pensamientos.
Casi no la notamos porque es como el aire que respiramos. Primera operación: frenar progresivamente la mecánica mental. Y a medida que accedamos al silencio de la mente, experimentaremos que detrás de todo su barullo agobiante existe un basamento hecho de Silencio perceptivo: es la Consciencia en estado puro.
Cuando esta capa del intelecto está ya un poco clarificada, veremos surgir, casi simultáneamente, una segunda capa: la mente emotiva. «Las emociones escribe Satprem, que continúa actualmente el experimento de Madre y de Sri Aurobindo por muy bellas que sean, tampoco tienen nada que ver con el cuerpo». Segunda operación: frenar la mecánica o juego emotivo. La Consciencia-Fuerza silenciosa, en su labor descendente, comienza a adquirir en este nivel una densidad e intensidad mayor.
Cuando esta segunda capa está ya apaciguada, veremos surgir una tercera, que hasta entonces estaba totalmente mezclada con las dos capas superiores: la mente sensorial, la que gobierna nuestras reacciones sensorio-motoras. Tercera operación: frenar la mente sensorial hasta su perfecta neutralización. «Si uno se contrae o rechaza -continúa Satprem-. es como si levantara un muro al instante, es decir, que la travesía se para. Hay que desprender del cuerpo toda esa trama activa y reactiva. Entonces empieza a volverse un poco flotante, como si no sintiera ya muy bien sus amarras y su peso: de hecho, ha sido extrañamente aligerado, empieza ya a volverse un poco «el cuerpo».
Y por fin llegamos a la cuarta capa: la mente física, la cual, al decir de Madre, es la barrera fundamental, la primera «mentalización» de la materia viva. Es donde están engranadas todas las enfermedades, la cronificación de toda la decadencia física, el miedo primordial a existir, la repetición compulsiva de todo lo mecánico, su raíz. Es realmente la última barrera, ante la que siempre han chocado todos nuestros esplritualismos y todos nuestros remedios científicos.
Y a medida que la Consciencia-Fuerza que apareció al silenciarse el intelecto desciende de capa en capa, esta Consciencia se vuelve más fuerte y densa, su fuerza e intensidad es proporcional al descenso y a la densidad de las capas que encuentra.
Este descenso no es regresar a lo que la Psicología cognitiva llama estado «proto-plásmico», o la Psicología jungiana estado «pleromático». que son estados de fusión prepersonal. Es una Consciencia transpersonal, hecha de Silencio puro y Paz perfecta, que conserva e incluye por tanto toda la labor de individuación y de especificación de milenios de evolución celular y psicológica, pero en una consciencia directa de la materia viva.
¿Y cómo se comporta esta consciencia celular libre de todos sus atavismos humanos animales y vegetales, libre de todas las capas o estratos sedimentados por la Evolución sobre ella? ¿Cómo vivirán estas células sin código? Esta es la experiencia en curso que está desarrollando actualmente Satprem en su propio cuerpo. Estas células libres comienzan a crear una nueva forma de vida terrestre, como siempre lo han hecho: sin embargo, después del largo periplo de las Eras y después de esta dolorosa transición humana con la que culmina el proceso de individualización consciente, esta especie nueva parece ser que por vez primera, no será ya una especie limitada que acabe encerrándose de nuevo en algún otro caparazón.
Según la experiencia de Aurobindo y de Madre, nuestro caparazón particular como especie está formado por cuatro capas mentales, superpuestas, que resume así Satprem:
«La primera, cuyas mayas son comparativamente flojas, es la mente intelectual; la segunda, cuyas mallas son más cerradas y pegajosas, es la emotiva; luego, la trama más compacta de la mente sensorial y, por fin, las mallas microscópicas de la mente física debajo está el cuerpo.
Y debajo de esta cuádruple capa ,está la mente de las células.
Alimentación
Escritora y experta en nutrición y energética, esta barcelonesa defiende en su último libro, ‘La alimentación y las emociones’, que existe una causa-efecto entre lo que ingerimos y cómo nos sentimos después
Montse Bradford, escritora y experta en nutrición y energética MB
Fundadora de varias escuelas de cocina, esta barcelonesa de nacimiento, afincada en Londres desde 1978 hasta 2006 (ahora reside en la Ciudad Condal), ha dado clases en la Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia Blanquerna e impartido cursos por toda Europa y también por Sudamérica. Galardonada con el Premio Verde 2008 (Fundación José Navarro) por su trabajo a favor de la alimentación responsable y el desarrollo sostenible, ha escrito más de diez libros. El último, La alimentación y las emociones.
Usted defiende que ciertas emociones nos vienen dadas por lo que consumimos.
Tenemos que ver de dónde vienen las emociones. ¿Las compramos en el supermercado? Las emociones tienen dos orígenes. El pensamiento, lo que pensamos genera emociones, pero también lo que comemos. Si tomo un vaso de agua o de whisky mis emociones serán muy distintas. ¿Y por qué generarán distintas emociones? Porque atacarán a diferentes órganos. Si yo ingiero alimentos que me bloquean el hígado, o la vesícula biliar, tendré emociones de ira, cólera, agresividad, impaciencia… porque cada órgano, dependiendo de si funciona bien o mal, genera unas u otras emociones. Esto está totalmente constatado en la medicina china de hace tres o cuatro mil años.
¿Cree usted que el ciudadano de a pié tiene esta percepción?
Falta conciencia, porque la alimentación no se ve desde esta perspectiva. Se mira desde un ángulo muy primitivo. Sería el primer nivel alimenticio: ¿tengo hambre?, pues como lo que sea, voy a un McDonald’s o donde me apetezca en ese momento. Habría dos niveles más: el sensorial y el emocional. Las personas están vibrando en estos tres niveles, nada más. Y tenemos que ir un poco más allá, al nivel de la energía que provocan los alimentos. Porque con la alimentación podemos generar salud o enfermedad. Es muy importante.
Usted explica que el ser humano cuenta con tres cuerpos: físico, emocional y mental…
Efectivamente, y cada uno de ellos necesita cosas diferentes. Las personas sólo identifican el físico, el que vemos cada día en el espejo. En cambio, hay mucho miedo en prestar atención al emocional. Nos pasamos años sin reciclar nuestras emociones, bloqueando totalmente este cuerpo. También está el mental. Los alimentos que necesita cada uno son distintos. No podemos darle chocolate al emocional porque no funciona. Si el novio nos deja, comiendo chocolate no haremos que vuelva. El único cuerpo que tiene sistema digestivo, dientes y estómago es el físico. Al cuerpo emocional, por ejemplo, hay que alimentarlo, sí, pero con emociones. Cada uno tendrá su método, a unos les gustará ir a bailar, a otros ir a caminar por la playa… Acabamos alimentándolo, sin embargo, con cosas físicas que no funcionan.
¿El bienestar radicaría en conseguir un equilibrio entre todos ellos?
Sí. Yo siempre hago la metáfora de los tres amigos que van por el camino de la vida cogidos de la mano. Si los tres están más o menos equilibrados, y digo más o menos porque la armonía absoluta no existe, sumarán un equipo y buscarán juntos la misma meta. Sin embargo, si el cuerpo físico está debilitado, el emocional bloqueado, sobre todo porque lo desconocemos, y el mental centrado en controlar nuestra vida, es muy difícil conseguir ningún logro. Es lo que pasa hoy en día, falta de claridad, la gente está desorientada y desconcertada. Empezar a conocer los tres cuerpos, aunque sea poco a poco, sería muy importante.
¿Se puede establecer una relación de causa-efecto entre lo que comemos y nuestro estado de ánimo posterior?
Por descontado, porque si yo como cosas que me están debilitando, que me están desmineralizando, notaré efectos emocionales de desmotivación, de mucho frío, no tendré ganas de hacer nada. Las personas estarán física, emocional y mentalmente con estas energías de deficiencia. ¿Y cómo me desmineralizo? Pues consumiendo alimentos que tienen un pH ácido. La tónica general de la sociedad es que tenemos un hígado muy bloqueado y un riñón con muchas deficiencias, y el riñón necesita minerales. Si no, aparecen las emociones negativas. La principal emoción negativa del riñón es el miedo. Hoy en día tenemos miedo de todo. No somos emprendedores, nos falta espíritu de aventura… La gente está muy ácida, muy desmineralizada.
Precisamente, usted explica en su libro que hay alimentos que generan una sangre ácida (con la que construimos estrés, enfermedad y desequilibrio) y otros que, por el contrario, la alcalinizan (con lo que obtenemos energía, vitalidad y salud)…
Exactamente. Es fascinante. Podemos generar nuestro propio estado de ánimo. Somos los creadores de nuestra vida, en todos los niveles de nuestro ser. Cómo escogemos pensar es muy importante. Decíamos antes que una de las vías por la que se crean las emociones es a través de los pensamientos. Pero claro, si injerimos whisky, difícilmente podremos ser conscientes de nuestros pensamientos. La alimentación, sin duda, es la número uno para darnos un poco más de estabilidad, de armonía, de paz… y luego debemos mirar con tranquilidad la calidad de nuestros pensamientos, que también forman emociones, por descontado.
También defiende que hay alimentos con energía yin (chocolate, alcohol, estimulantes, azúcares, levaduras artificiales…) que conducen a la hipersensibilidad, mientras que hay otros, con energía yang (carne, jamón, embutidos, huevos…) que nos ponen tensos y coléricos…
Así es. El alcohol, los vinagres, los estimulantes… todo ello estimula al sistema nervioso generando una energía falsa. Cuando una persona, a media tarde, se siente fatigada, busca ingerir café, chocolate, beber una cola… en definitiva, generar una energía que no tiene. Pero claro, si hacemos esto durante muchos meses acabaremos creando una fibromialgia o una fatiga crónica, y es que estamos destruyendo la energía de los riñones. Todos estos alimentos crean una energía de expansión. Nos inflaman y nos desmineralizan. Nos dicen que tenemos que tomar mucha leche para los huesos. Pero hay gente con osteoporosis que a pesar de haber tomado mucha leche, y haber ingerido carne y queso, tienen este problema. Esta claro que no deja de ser un tópico que se ha demostrado que no funciona.
Y la yang…
Son alimentos que tensan, que acumulan. Son de grasas saturadas. Nos bloquean órganos como el hígado, la vesícula biliar, el bazo, el páncreas y nos crean estas emociones de mucha tensión, agresividad, cólera… en definitiva, emociones que se llaman de exceso. Tenemos emociones de exceso, por una parte, y de deficiencia por otra, como el miedo, la falta de autoconfianza, que nos dan, por ejemplo, los azúcares refinados.
Según sus explicaciones, abusar de productos yang nos conducirá irremediablemente hacia la ingesta compulsiva de alimentos yin.
Efectivamente. Cuando yo tomo una parte de alimentos con energía yang, alimentos que nos tensan, quiero consciente o inconscientemente siete partes del extremo contrario. Es lo que llamamos la rueda energética o el yoyó. No falla, cuando tomo una parte de yang, quiero siete de yin. La gente dice “¿qué me pasa que no puedo parar de comer chocolate?”. Y yo les digo, deja de comer huevos, jamón, y verás cómo podrás dejar de comer chocolate.
¿La idea es evitar productos con energía yin o yang para intentar alcanzar el bienestar? ¿O comidos con moderación no tienen por qué ser dañinos para nuestro cuerpo?
Siempre nos llevarán a un desequilibrio. Estos alimentos de grasas saturadas bloquean el hígado y además no son el ejemplo de una alimentación sostenible. Tenemos en el planeta 7.000 millones de habitantes y debemos empezar a comer mucho más del reino vegetal. El reino animal no es una alimentación sostenible. Hay 1.400 millones de personas que no pueden comer ni beber nada. Y nosotros, en cambio, estamos comiendo jamón y queso, por ejemplo. Tenemos que ser conscientes de ello. Hay que tener en cuenta que para ‘cultivar’ un kilo de carne se necesitan 1.500 litros de agua, y todo ello para que, después, una familia lo ingiera en una comida. Y esto sucede a la vez que hay personas que no pueden beber ni una gota de agua. ¡Es alucinante! Nos estamos cargando el planeta. No podemos pensar sólo en nosotros, sino también en las generaciones futuras. Necesitamos una alimentación sostenible, sana, natural y energética, conociendo la energía de cada alimento.
En una comida principal, dice usted, no puede faltar: cereales integrales en grano, legumbres, un alga, una verdura verde y una pequeña porción de semillas o frutos secos. Alguien podría decir, ¡qué aburrimiento!
En absoluto. Lo que hacemos es volver a la vida natural. Empezar a comer lo que comían nuestros abuelos. ¿Cuánto hace que apareció el donut? Tampoco hace tanto. Tenemos que volver a la dieta de antes, a comer legumbres, verduras, piñones, nueces, semillas, frutos secos, fruta de la temporada. Tampoco hace tanto que comíamos esto. Lo que hay que hacer es comer los alimentos naturales de toda la vida, los que necesitamos, pero de la forma que deseemos. Podemos hacer fideuás, pizzas, hamburguesas, pero sin que sean de carne. Comemos lo que necesitamos en la forma que deseamos y de esta manera el cuerpo emocional también esta contento.
Pero disfrutar de una buena mesa también puede generar emociones positivas…
Según lo que entendamos por emociones positivas. Después de la comida de Navidad, las vibraciones empiezan a subir y todos los comensales, durante la sobremesa, creen tener la razón. Para mí esto no es positivo. Lo ideal es la armonía, la tranquilidad, el silencio… para mí esto es armonía. Es verdad que el placer sensorial existe y tiene relación con las emociones. Pero es por eso que te puedes comer un fricandó, pero no de carne, sino, por ejemplo, de seitán. O una lasaña. Yo hago una lasaña fenomenal. También hago donuts, pero no con azúcar, sino con manzana, por ejemplo.
Hablaba usted de vibraciones. Defiende que tanto los alimentos como los diferentes cuerpos del ser humano (físico, mental y emocional) vibran de distinta manera…
Así es. El físico vibra tan lentamente que lo podemos ver y tocar. El mental, por su parte, es la torre de control. Vibra más rápido que la velocidad de la luz. Pensamos mentalmente que vamos al Taj Mahal y hemos ido y venido. Es instantáneo. El emocional no lo podemos ver, pero sí sentir. Cuando estamos mal emocionalmente lo sentimos claramente. Éste no necesita ni chocolate ni alcohol ni nada por el estilo, lo que pasa es que la gente los utiliza para evadirse.
¿Y es cuando se resiente?
Evidentemente. Se queja porque no tiene vibraciones de armonía. Está bloqueado porque nunca le prestamos atención. Al cuerpo físico lo mimamos a diario, lo duchamos, lo alimentamos… al emocional nunca lo hemos limpiado. Nunca hemos tenido en cuenta las emociones bloqueadas. No vamos a un terapeuta para gestionarlas, no lo hacemos. Ni tan siquiera las expresamos, escribiendo, por ejemplo. Hablo de coger un papel y escribir cómo nos sentimos, o pintar, o ir a bailar… el caso es que afloren de alguna forma. No lo hacemos, no lo depuramos, no lo limpiamos cada día. Y el mental lo mismo. Vibra tan rápidamente que nos descontrola. Es importante para gestionarlo el silencio, la paz, para poder observar esos pensamientos que tenemos descontrolados. Todo el mundo tiene dos minutos al día para detenerse, pero no lo hacemos. El alimento ideal para el cuerpo mental es el agradecimiento, estar agradecidos con la vida.
A la hora de cocinar, “no sabemos extraer el sabor dulce a los alimentos”, asegura usted. Por eso, añade, buscamos la compensación en el postre…
Exactamente. En la cocina mediterránea no hay dulzor.
Está usted cuestionando un referente…
Pero es verdad. No hay dulzura, en el plato, en la cocina mediterránea. Hay mucho salado, mucho aceite, mucho picante y mucho ácido… pero dulzura no, en absoluto. Y claro, acabamos de comer platos de esta cocina con tanto ajo, con tanto vinagre, que buscamos el dulce en las natillas o en el flan. Y estos postres tienen mucho azúcar, y de ahí los niños tan hiperactivos que tenemos. El sabor dulce está en el plato. ¿Y de dónde lo sacamos? Pues de las verduras dulces: calabaza, moniato, zanahoria… todas son muy dulces. Y si las cocinamos durante mucho tiempo dan una dulzura increíble. Cada gusto tonifica diferentes órganos del cuerpo.
Explíquemelo…
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